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Ni una gota de optimismo

¿Existe la verdad absoluta?

Lo único que se de ciencia es algo que, curiosamente, me enseñó un profesor de filosofía. Éste, aludía a lo que se conoce (o debe de conocerse) como tercera ley de la termodinámica y que él resumía en que “todo tiende hacia el caos”. El hombre nos hablaba siempre de que si un jarrón se cae al suelo lo más plausible es que se rompa, resultando sin embargo imposible la acción opuesta, es decir, que el jarrón roto vuelva del suelo al soporte y se forme de nuevo en una única pieza. Como esto se relacionaba con la filosofía es un misterio insondable que cayó hace tiempo en el agujero del olvido de la memoria de éste humilde servidor. Lo último que se de aquel profesor que reproducía para nosotros en clase el canto que las sirenas proferían para atraer a Odiseo (o Ulises) es que lo habían inhabilitado para la docencia… cosas del Patriarcado que diría una feminista.

 

Ayer por la noche (¿o ha sido hoy por la mañana?) conversaba con mi científica particular (que siempre había querido acabar con un hombre de letras según me ha confesado) la moralidad existente entre las malas y las buenas personas. Según mi teoría (no aplaudida por mi compañera) existen dos clases de personas: hombres y mujeres. Estos dos clases de seres se subdividen a la vez en otros dos: buenos y malos. Las mezclas que pueden hacerse, al menos heterosexualmente, quedarían como siguen siguiendo el axioma de los números enteros

 

         Buen hombre +  buena mujer: ruptura amistosa o matrimonio bien avenido.

           

Buen hombre + mala mujer: el buen hombre se esforzará por comprender el lado oscuro de su mala mujer tratando de salvar las inconveniencias de su maldad con parches de amor (que para eso es ciego). No obstante, la voluntad del buen hombre, fuerte en un principio, irá haciéndose mella en la, normalmente, incorruptible maldad de la mala mujer que, paulatinamente, inoculará veneno a lo largo de los años convirtiendo a este buen hombre, en un hombre malo o cuando menos regular.

 

Mal hombre + buena mujer: si la mujer es realmente una buena mujer el hombre pagará con sentimientos de culpabilidad sus accesos de maldad procediendo a recapacitar y, de vez en cuando, avanzar hacia el estado de buen hombre. No obstante, en caso de maldad innata el mal hombre, pese a que no volverá malvada a su buena mujer, caerá en una espiral de maldad que le volverá insensible a los esfuerzos de su buena mujer quien, en caso de no producirse una acción evasiva prematura, acabará normalizando la maldad de su mal hombre.

 

Mal hombre + mala mujer: ellos se lo guisan y ellos se lo comen. Lo mejor con estas parejas es esterilizarlas a los primeros signos para evitar mayores y que así disfruten de ellos mismos viviendo en su propia felicidad.

 

 

Buena elección

 

 

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